"Las sociedades del futuro" desde la visión del Islam y otros pensamientos
"Las sociedades del futuro" desde la visión del Islam y otros pensamientos
0 Vote
90 View
Las sociedades del futuro Desde la visión del Islam y otros pensamientos Profesor Ayatola Murtada Mutahhari Si las presentes sociedades, civilizaciones y culturas no se deben considerar como pertenecientes a diversas especies, no se puede negar que tienen diferentes formas y aspectos. ¿Qué hay de su futuro? ¿Estas culturas, civilizaciones, sociedades y pueblos continuarán existiendo en su forma actual o la humanidad se está moviendo hacia una cierta cultura, civilización y sociedad unificada? ¿Abandonarán las mismas sus individualidades específicas en el futuro, con el objeto de asumir un carácter común, un carácter más cercano a su real naturaleza humana? Este problema también está asociado con el problema de la naturaleza y la esencia de la sociedad y el tipo de relación entre el espíritu colectivo y el espíritu individual. Evidentemente, sobre la base de la teoría de la naturaleza primordial del hombre —de acuerdo a la cual su existencia social, su vida social y, como resultado, el espíritu social, son los medios elegidos por la naturaleza humana para lograr su perfección última— se puede decir que las sociedades, las culturas y las civilizaciones se están dirigiendo hacia la homogeneidad y la unificación y, por último, se fusionarán una con otra. El futuro de las sociedades humanas yace en una sociedad altamente desarrollada, única y universal, en la que serán realizados todos los valores humanos positivos. El hombre logrará la verdadera perfección y finalmente hará realidad su auténtica humanidad. De acuerdo al Santo Corán, es evidente que el último precepto será el de la rectitud, la virtud, que llevará al aniquilamiento completo de la falsedad y el mal. La eternidad pertenece a los piadosos y a los temerosos de Dios (muttaqin). En su exégesis Coránica, “al-Mizan”[1], Allamah Tabatabai afirma que: “Todo profundo examen de las condiciones del cosmos muestra que el hombre, como una parte del universo, hará realidad su perfección última en el futuro. La afirmación del Corán de que el establecimiento del Islam en el mundo es una cuestión necesaria e inevitable, es precisamente otra manera de decir que el hombre obtendrá finalmente la completa perfección”. El Corán dice: “¡Creyentes! Si uno de vosotros apostata de su fe... Dios suscitará un pueblo al cual Él amará y ellos Le amarán (con el propósito de comunicar y para establecer la religión de Dios)...” [Corán 5:54] Aquí el Corán apunta a describir el propósito de la creación del hombre y su futuro último, el que, en otro versículo, se explica con las siguientes palabras: “A quienes de vosotros crean y obren bien, Dios les ha prometido que ha de hacerles sucesores en la tierra, como ya había hecho con sus antecesores. Y que ha de consolidarla religión que le plugo profesar. Y que ha de trocar su temor en seguridad (destruyendo a sus enemigos). Me servirán a Mi sólo, sin asociarme nada...” [Corán 24:55] Otra sura el Corán dice: “...la tierra la heredarán Mis siervos justos” [Corán 21: 105] En el mismo libro bajo el título “Las fronteras del mundo islámico están delimitadas por la fe, no por límites geográficos o convencionales”, se dice: “El Islam ha anulado el papel de las distinciones tribales y nacionales, negándoles cualquier rol efectivo en la evolución de la (estructura) de la sociedad humana. Existen dos factores responsables de estas divisiones. Uno de ellos es la vida tribal primitiva, que se basa en asociaciones genealógicas, y el otro es la diversidad regional y geográfica. Estos dos factores principales son responsables de la división de la humanidad en diferentes naciones y tribus, dando lugar a las diferencias por color, lengua y raza. Asimismo, estos dos factores son responsables de la lealtad de un pueblo a una región en particular: todos los pueblos exigen su territorio, su patria, y se preparan para defenderla en nombre de la ‘madre patria’.” “Aunque es un impulso natural ser identificado con el grupo al que se pertenece, ello es, al mismo tiempo, opuesto a la demanda de la naturaleza del hombre en cuanto a que el género humano debería vivir como un ‘conjunto’ en una sola unidad. Las leyes de la naturaleza se basan en reunir los elementos dispersos, creando la armonía y estableciendo la unidad en lugar de la diversidad. Por medio de esto, la naturaleza alcanza sus fines. Este hecho es evidente en el curso natural de la evolución, el cual muestra cómo la materia primordial se transforma en distintos elementos... y cómo los elementos luego se combinan para producir plantas, animales, culminando finalmente con la aparición del hombre. Aunque la diversidad regional y tribal unifica a los miembros de una región o tribu particular y les comunica unidad, también lleva a una unidad a confrontar con otra. Como resultado, aunque los miembros de un pueblo tengan sentimientos fraternos entre ellos, tienden a considerar a otros pueblos —que son tratados como ‘cosas’ y no como seres humanos— con hostilidad. Para ellos los extranjeros o extraños son simples medios cuyo valor estriba solamente en su utilidad práctica. Esta es la razón por la que el Islam abrogó la diversidad tribal y nacional de los hombres (lo cual divide a la sociedad en partes), y puso los fundamentos de la sociedad humana sobre la convicción y la creencia (en donde la oportunidad de descubrir la verdad es la misma para todos los individuos), y no en la raza, la nacionalidad. Incluso en cuestiones de herencia y matrimonio el Islam hizo de la creencia y la convicción común el criterio para las relaciones humanas”[2]. En el mismo libro, bajo el título “La religión de la Verdad resulta victoriosa en definitiva”, dice Allamah Tabatabai: “El género humano, que ha sido capacitado por la naturaleza con un impulso para alcanzar la auto-perfección y la verdadera felicidad, se esfuerza colectivamente para alcanzar los más altos estadios de la evolución espiritual y material, la que, positivamente, alcanzará algún día. El Islam, la religión del “Tawhid” (monoteísmo), es en realidad el camino para el logro de tal fin o “summum bonum” (sa‘adah). Las desviaciones que impiden al hombre recorrer su largo camino, no deberían llevarnos a la negación de su naturaleza y de su humanidad. Las desviaciones y las faltas se deberían considerar como una especie de error en la aplicación de la ley natural. El objetivo de alcanzar la perfección a la que el hombre aspira se encamina por medio de su incansable amor a la perfección y a la propia naturaleza, meta que probablemente alcanzará más tarde o más temprano. En la Sura Ar-Rum (Los bizantinos), dice: ‘Ha aparecido la corrupción en la tierra y en el mar como consecuencia de las acciones de los hombres... quizás, así, se conviertan’ [Corán 30: 41], lo que nos lleva a la misma conclusión, es decir, que la demanda de la ley en definitiva se cumplirá y el hombre, después de vagar en diferentes direcciones y experimentar por diversos caminos, descubrirá finalmente su propio camino y se adherirá a él. No se debería prestar ninguna atención a las opiniones de esos que dicen que el Islam, al igual que otros movimientos culturales, ha cumplido su función como una fase en el desarrollo de la cultura humana y ahora es parte del pasado. El Islam, como ya lo sabemos y como ya lo hemos discutido, apunta a la perfección última del hombre, la que de acuerdo con las leyes de la naturaleza, tiene que alcanzar un día”.[3] Contrariamente, algunas personas aseguran que el Islam nunca ha favorecido la unidad y la unificación de la cultura humana y de las sociedades humanas. Dicen que el Islam, por el contrario, siempre ha favorecido la diversidad y la variedad de culturas y sociedades y que esta diversidad y pluralidad no solamente es reconocida sino también reforzada por el Islam. Afirman que la personalidad, la naturaleza y el “yo” de un pueblo son sinónimos de su cultura, lo que es manifestación de su espíritu social. Y este espíritu social es moldeado por la historia específica de ese pueblo, lo que le distingue de otros. La naturaleza ha moldeado la esencia específica del hombre; la historia marca su cultura y, en realidad, moldea su personalidad, carácter y “ego”. Cada pueblo posee una cultura particular compatible con su naturaleza, gustos, perfumes y esencias particulares. Esta cultura no sólo afirma la personalidad de su pueblo, sino que también salvaguarda su identidad. Como en el caso de los individuos cuya individualidad y personalidad es parte inseparable de su “yo” y cuya pérdida significa la distorsión de la personalidad y la alienación del propio “yo”, también la imposición de cualquier otra cultura, excepto la desarrollada por el propio pueblo a través de la historia y que afirma su ser, le causa una auto-alineación. El hecho que un pueblo tenga una sensibilidad, visión, orientación, preferencia, gusto, literatura, música, costumbres, normas de conducta y ritos particulares, y prefiera ciertas maneras contrarias a las aceptadas por otros pueblos, es el resultado de su historia. Durante la cual, debido a distintos factores que surgen de sus éxitos, fracasos, logros, frustraciones, clima, migraciones, contactos, relaciones y de sus eminentes pensadores y personalidades, desarrolla una cultura específica. Esta cultura particular moldea el espíritu social y nacional de una manera específica y en proporciones especiales. La filosofía, la ciencia, el arte, la literatura, la religión y la ética son la suma total de diversas características, que a través de los siglos de historia común, se han vuelto características comunes de un grupo en particular y se sintetizan de una forma especial que le distingue de otros grupos y le da una identidad particular. A partir de dicha síntesis surge el “espíritu social”, que integra a los individuos de un cierto grupo con el conjunto, de la misma manera como diferentes partes del cuerpo están interrelacionadas orgánicamente y son responsables de la vida. El mismo “espíritu” no solamente le da al pueblo su existencia independiente, específica e individual, sino que también le otorga una “vida” que le distingue de otras culturas y de otras formas espirituales de expresión. Es debido a este espíritu que una cultura particular y su orientación, pensamiento y costumbres sociales se distinguen de los de otras culturas. Ello se refleja en su enfoque de la naturaleza, la vida, los sucesos históricos, sentimientos, preferencias, ideales, creencias e incluso en sus logros y producciones científicas, artísticas y técnicas. El impacto y la impresión de su espíritu se expresan en todas las manifestaciones materiales y espirituales de la vida de un pueblo. Se dice que la religión es un tipo de ideología. Que es una fe que afirma ciertos sentimientos y enfoques. Nacionalidad significa “personalidad”, lo que presenta ciertas características distintivas que son comunes al espíritu de los individuos que comparten el mismo destino social. De acuerdo a este punto de vista, la relación entre nacionalidad y religión es la relación entre personalidad y creencia. Se dice que la oposición del Islam a la discriminación racial y al prejuicio social, no debería ser interpretada como el rechazo de la diversidad cultural de los pueblos. La proclamación de la igualdad por el Islam no equivale a la negación de la pluralidad de pueblos. Por el contrario, el Islam acepta la existencia de pueblos distintos como una realidad natural e innegable. Ello se refleja en los siguientes versículos del Corán: “¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme...” [Corán 49:13] Algunas personas interpretan estos versículos de otra forma diciendo que en esta cita se hace referencia, en primer lugar, a la división del género humano de acuerdo al sexo “hombre y mujer”, la cual por supuesto es la división natural. Inmediatamente habla de las divisiones tribales y nacionales. Ello muestra que la división de los individuos en pueblos y tribus también es natural, es un fenómeno deseado por Dios. Esto demuestra que el Islam está de acuerdo con las relaciones específicas entre el hombre y la mujer, y no intenta eliminar la sexualidad y sus manifestaciones, también favorece las relaciones entre distintas naciones a un mismo nivel y no intenta negar las nacionalidades, las que son consideradas como un fenómeno natural inherente al proceso de la creación. Además, el hecho que el Corán considera “ta‘áruf” (conocerse uno al otro) como el propósito y la filosofía de la existencia de diferencias entre los pueblos, sugiere que una comunidad se identifica y descubre en comparación y contraste con otros pueblos y hace realidad su individualidad y vitalidad frente a otros pueblos. Por ende, dicen, contrariamente a la creencia general propagada indebidamente, que el Islam afirma el nacionalismo en el sentido de herencia cultural. Lo que el Islam niega es el nacionalismo en el sentido de racismo. La teoría (que apunta a una justificación islámica del nacionalismo) es incoherente por diversas razones. En primer lugar, se basa en una particular visión del hombre y en un punto de vista específico con respecto a la esencia y los constituyentes culturales de la humanidad, como son la filosofía, las ciencias, el arte, la moral, etc. Ambos puntos de vista carecen de solidez. Se supone con respecto al hombre que su esencia es potencialmente hueca, inexistente. Se supone que está desprovisto de todo contenido emocional e intelectual previo o de disposición perceptiva para ver su mundo, observarse él mismo, su papel en el mundo, incluso a nivel de lo potencial. Se asume que la esencia humana es igualmente neutral hacia todos los modos de pensamiento y emoción, propósitos y objetivos. Se asume que el hombre es un recipiente vacío desprovisto de forma y color, totalmente subordinado a eso que lo llena. Adquiere su “ser”, su personalidad, su camino y su objetivo a partir del contenido que es vertido en el recipiente vacío de su esencia. Asume cualquier, personalidad o forma y sigue cualquier camino y meta. Su contenido —en realidad la primera cosa que él vertió en el vacío— moldea al hombre de cualquier manera, con cualquier matiz y carácter. Su esencia y personalidad “real” es verdaderamente idéntica a las características dispensadas a él por su contenido. Por eso su “ego” o “yo” es definido y afirmado por el contenido adquirido. Cualquier cosa que se le ofrezca después de esto, sugerirá un cambio en su personalidad, rasgos o formas, será solamente prestado o materia extraña, porque se contradice con su primera personalidad formada por accidentes históricos. En otras palabras, esta teoría es inspirada por las cuatro teorías respecto a la naturaleza del individuo y de la sociedad. Mantiene la idea de la absoluta primacía de la sociedad y ha sido examinada críticamente al principio. Tanto desde el punto de vista filosófico como islámico, tal juicio respecto a la naturaleza humana no puede ser justificable. El hombre, de acuerdo a su especial naturaleza —aunque sólo sea potencialmente— tiene una personalidad, un camino y un objetivo definidos, lo que está determinado por su naturaleza, dada por Dios. Es su propia naturaleza la que determina su “yo” real. La distorsión y deshumanización de la existencia humana son mensurables solamente en base a la naturaleza esencial del hombre y no de acuerdo a los criterios basados en factores históricos. Cada sistema de educación y cultura que está en armonía con la naturaleza humana y es provechoso para su desarrollo, es la cultura real del hombre, aunque pueda no ser la primera cultura impuesta a él por las condiciones históricas. Cualquier cultura que no se ajuste a la naturaleza humana es extraña al ser humano y, de alguna manera, distorsiona y deforma su naturaleza real y convierte su “ser” en “no ser”, incluso aunque ello pueda ser el producto de la historia nacional. Por ejemplo, las ideas del dualismo y la santidad del fuego fueron distorsiones impuestas a la naturaleza humana de los antiguos persas, aunque esas nociones son consideradas productos de la historia iraní. Pero la creencia en la Unidad de Dios (Tawhid) y el rechazo de todas las formas de adoración aparte de la de Dios, significa el retorno del hombre a su naturaleza real, incluso aunque esta fe no sea el producto del suelo e historia iraní. También se ha presumido erróneamente respecto al material humano cultural, una materia sin forma ni color, para ser moldeada y determinada por la historia. Ello significa que, de acuerdo a este punto de vista, cualquiera sea la forma y el matiz que pueda asumir la filosofía, el arte, la ciencia, la religión y la moral, resulta genuina. Pero en cuanto a qué color, modo, tipo o forma, éstos deberían ser relativos y depender de la historia. Es la historia y la cultura de cada nación la que necesita su filosofía especial, su propio sistema de educación, religión, moral y arte. En otras palabras, mientras el propio hombre es considerado sin forma y esencia específica alguna, extrayendo por consecuencia su identidad de la cultura, de la misma manera, los materiales básicos y principales de la cultura humana también están desprovistos de toda forma, color y expresión. Es la historia la que le da una identidad, una forma y una expresión y las marca con su sello particular. Algunos han ido más lejos hasta el grado de asegurar que incluso “el pensamiento matemático está influenciado por el particular enfoque de la cultura”.[4] Esta concepción se basa en la teoría del relativismo de la cultura humana. Nosotros, en “Principios y métodos de la filosofía del realismo” nos hemos ocupado de lo absoluto y lo relativo respecto a los principios del pensamiento. Hemos demostrado en ese trabajo que todo lo que es relativo concierne a las percepciones subjetivas y prácticas de la realidad. Son estas percepciones de la realidad las que son distintas en distintas culturas, de acuerdo a las condiciones de espacio y tiempo cambiantes. Estas percepciones no nos proveen ninguna prueba de verdad o falsedad, de correcto o erróneo, respecto a la realidad yacente tras ellas, a la que se relacionan. Pero las ciencias teóricas, el pensamiento científico y los principios teóricos, que proveen fundamentos seguros para la filosofía y el conocimiento teórico del hombre —como los principios de los puntos de vista del mundo religioso y los principios primarios de la ética—, son absolutos, permanentes y no relativos. En este punto, siento decirlo, nos abstendremos de hacer una discusión más larga. En segundo lugar, la afirmación de que la religión es creencia y la nacionalidad es identidad personal, que la relación entre las dos se determina por la relación de fe y personalidad, y que el Islam afirma las identidades nacionales como se presentan y las reconoce oficialmente, equivale a una total negación de la más importante misión de la religión. La más importante misión de la religión, y sobre todo del Islam, estriba en ofrecer un punto de vista mundial sobre la base de un sistema universal —cuya idea central es la creencia en la Unidad de Dios (Tawhid) — y en moldear la personalidad espiritual y moral del hombre sobre la base de dicho punto de vista. Busca cultivar y desarrollar una nueva relación entre los individuos y la sociedad. Tal proyecto necesita la fundación de una nueva cultura radical, una cultura que sea humana y no nacional. La cultura que el Islam ofrece al mundo, y que hoy día es conocida como cultura islámica, no fue orientada a ser una cultura similar a las cultivadas por otras religiones, asimilando más o menos los elementos de las culturas anteriores. Tales las religiones fueron influenciadas por las culturas preexistentes y a su vez las mismas influenciaron en la sociedad. La cultura que el Islam desarrolló fue peculiar en el sentido que la cultura era inherente al mensaje básico de esta religión. El Islam reflexiona acerca de dos tipos de culturas, el primer tipo perjudica al hombre, por lo cual es indigno de ella y el segundo tipo es la que lo ayuda a crecer y de cual es digno. Una religión que no tiene nada que ver con distintos tipos de cultura y que se adapta a las distintas culturas, es una religión que se nutre de las sobras culturales y se satisface con lo fortuito, por ejemplo yendo a la iglesia una vez a la semana. En tercer lugar, el sentido del versículo 13 de la sura 49 del Sagrado Corán no es decir: “Nosotros les hemos creado como dos sexos”, para justificar la afirmación de que el género humano se clasifica en distintos grupos sobre la base del sexo y se divide similarmente en distintos pueblos y nacionalidades y, de esta manera, concluir que el versículo significa que al ser la diferencia de los sexos natural, una ideología debería basarse en la afirmación de tal diferencia y no en su negación, siendo las diferencias por nacionalidades del mismo tipo que la de los sexos. En realidad lo que el versículo dice es que: “Nosotros los hemos creado de un varón y de una hembra”. Y esto significa que todos los seres humanos están relacionados genealógicamente y se originan de un hombre y de una mujer (Adán y Eva), o que todas las personas son iguales dado que son la progenie del mismo padre y la misma madre y no debería haber discriminación alguna. En cuarto lugar, la frase “para que os conozcáis unos a otros”, se refiere al propósito de la creación, no significa que los pueblos se diversifican para que “puedan distinguirse uno del otro”, así como para justificar la conclusión de que todos los pueblos deberían mantener su carácter específico permanentemente para ser identificados al compararse con otros pueblos. Si el versículo coránico apuntase a enfatizar este punto, debería decir: “para que ellos puedan conocer su identidad”, en vez de “para que os conozcáis unos a otros”. Este versículo se dirige a los individuos, el Corán les dice que las divisiones que han tenido lugar de tal manera son inherentes al proceso de la creación, para que los individuos puedan conocerse unos a otros por medio de las asociaciones tribales y nacionales. Sabemos que el propósito de este versículo no es predicar que los diferentes pueblos y comunidades deberían retener necesariamente sus individualidades, permaneciendo independiente una de otra para siempre. En quinto lugar, a partir de lo anteriormente expuesto en el último capítulo concernirte al punto de vista islámico respecto a la homogeneidad y heterogeneidad de las sociedades es suficiente para probar que, de acuerdo al Islam, la naturaleza y el proceso creativo conduce a las diferentes sociedades hacia el establecimiento de una sociedad y una cultura unificada y el principal programa del Islam es establecer tal cultura y tal sociedad. Esto es también suficiente para rechazar el punto de vista arriba mencionado. El concepto de “Mahdismo” (la creencia en la venida del Imam Mahdi prometido) en el Islam se basa en tal punto de vista sobre su futuro, el futuro del género humano y del mundo. En este punto concluimos nuestra discusión sobre la sociedad para iniciar la discusión acerca de la historia. Extraído del libro SOCIEDAD E HISTORIA Desde la visión del Islam y otros pensamientos fuente:www.islamoriente.com ______________________________________________________________________________ [1] “Al-Mizan”, vol. IV, pág. 106. [2] Idem, págs., 132 y 133. [3] Idem, pág. 14. [4] SPENGLER, el conocido sociólogo, según lo cita R. ARON en Principales…, Vol. I, pág. 107.