El Imam Al Mahdi (P)

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El Imam Al Mahdi (P)

Título del original:El Imam Al-Mahdi (P), su existemcia, ncuktaciom,reapariciom y ka tntakidad de su justicia Autor: S. Muhammad Baqir as-Sadr Traducción:RASHID Busto marchante Publicado por la Asamblea Mundial de Ahlul Bait (P) Edición digital: Fundación Cultural Oriente descripción: Al-Mahdi no es solamente la encarnación de una doctrina islámica de carácter religioso, sino también el tratamiento de una aspiración, que la humanidad ha suscrito en sus diferentes religiones y doctrinas, y la formulación de una aspiración innata a través de la cual todos los seres humanos, a pesar de la diversidad de sus doctrinas y la divergencias de sus caminos conduciendo al misterio, reconocen que la humanidad conocerá el Día Prometido cuando los Mensajes Divinos realicen su objetivo final revelando su significación grandiosa, y cuando la difícil marcha a través de la historia, desemboque en la estabilidad y en la tranquilidad tras tantos esfuerzos. La consciencia del vencimiento inminente de ese día «metafísico» y de ese porvenir prometido, no es la propia de aquellos que creen religiosamente en el misterio; ella se extiende a otras categorías y ha encontrado también un eco en las ideologías y corrientes doctrinales, las más rebeldes a la metafísica y a los misterios, tal como el materialismo dialéctico, que explica la historia por las contradicciones y cree en la llegada de un Día Prometido en que desaparecerán todas esas contradicciones, para ceder el lugar al acuerdo y a la paz. De esta manera, constatamos que la experiencia psicológica que la humanidad ha desarrollado de esta consciencia a través de la historia, es la mayor y la más generalizada de las experiencias de los seres humanos. Cuando la religión apoya ese sentimiento psicológico general de la venida de un día en que la tierra será cubierta de justicia y equidad, tras haber estado llena de injusticia y desigualdad, se confiere un valor objetivo y se erige (eleva) en una creencia firme en el porvenir de la humanidad, creencia que no es solamente una fuente de consolación, sino igualmente una fuente de fuerza e impulso inagotable, porque ella es un foco de luz que resiste a la desesperanza, brillando en el corazón del hombre a pesar de las tinieblas de los dramas y el gigantismo de la injusticia, pues el día prometido mostrará como la justicia puede afrontar un mundo impregnado de injusticia y desigualdad destruyendo sus pilares con el fin de reconstruirlos sobre una nueva base, consiguiendo que la injusticia, tan tiránica, tan poderosa y tan extendida no re-presente más que una anomalía condenada a desaparecer. Esta derrota inevitable de la injusticia llega a encontrarse al so-metimiento de su gloria, devolviendo a todos los hombres y a todas las naciones víctimas de injusticias, una gran esperanza de poder modificar los «equilibrios» establecidos y reequilibrar la situación. Si la idea de Al-Mahdi es anterior a la llegada del Islam y sobrepasa los límites de éste, sus detallados aspectos que el Mensaje islámico ha definido, son los más aptos a satisfacer la reunión de las aspiraciones ligadas a esta idea desde el alba de la historia, y los más exaltantes para los sentimientos de las víctimas de injusticias y los condenados de la tierra a lo largo de la historia. Pues el Islam ha transformado la idea del misterio en una realidad, y la ha conducido del futuro al presente.Cuando no era más que una aspiración, la venida de un Salvador que este (bajo) mundo engendraría en un futuro lejano y desconocido, el Islam la ha transformado a una creencia en la existencia efectiva del Salvador que aspira, como todo el mundo, al Día Prometido cuando todas las condiciones objetivas serán reunidas para permitirle desarrollar su papel determinante. Al-Mahdi no es sólo entonces una idea de la cual esperamos su nacimiento, ni una predicción a la realización a la que aspiramos, sino una realidad que queremos vivir y un hombre en carne y hueso que vive entre nosotros, que nos ve y en el que nosotros creemos, que vive nuestras esperanzas y nuestros dolores, que comparte nuestras tristezas y nuestras alegrías, que asiste con inquietud los suplicios de los afectados y la miseria de los miserables así como a las víctimas de la injusticia, esperando impacientemente el momento propicio que le permitirá tender la mano a todas las víctimas de los injustos, a todos aquellos que viven en la privación, a todos los miserables, poniendo término a las injusticias.